miércoles, 5 de mayo de 2010

El realismo mágico

Por Valentín Pérez Venzalá
Este pequeño texto pretende hacer una introducción al realismo mágico, explicando los antecedentes y el sentido de esta corriente literaria.

El término realismo mágico nació primero para referirse al arte europeo de entreguerras de la mano del crítico alemán Fran Roh en 1925. Pero pronto empezó a usarse para definir una nueva narrativa hispanoamericana. Ya en los años 30 Borges había hablado de realismo fantástico y más tarde Arturo Uslar Pietri usará el término de realismo mágico para referirse a la narrativa hispanoamericana. Ésta había tenido una etapa realista a principio de siglo que, aunque interesada por la peculiaridad americana, se acercaba a ella desde presupuestos decimonónicos, es decir, desde la estética predominantemente realista que estaba de moda en el siglo XIX. A partir de la década de los cuarenta se produce una renovación en la prosa de la misma manera que antes se había producido en la poesía. Esta renovación se caracteriza precisamente por la atención a la peculiaridad americana desde una estética que reúne el realismo y lo fantástico como forma única de expresar las características del mundo americano. Como Alejo Carpentier, que prefería el termino de lo real maravilloso, creía, el realismo puro es incapaz de recoger la asombrosa realidad del mundo americano. Por tanto el realismo mágico es un intento de renovación literaria muy unido a las renovaciones estéticas de las vanguardias europeas, pues aunque se caracteriza por el intento de reflejar la realidad americana, la mayoría de sus autores tienen un gran contacto con el mundo europeo, tanto con las vanguardias poéticas, como con la novela europea más renovadora. En cierta medida la irrupción de la imaginación y de lo fantástico en la prosa hispanoamericana tiene que ver también con la presencia del mundo onírico en la literatura europea de vanguardia y con lo que se ha denominado fantástico moderno cuyo máximo representante sería Franz Kafka, y sus principales herederos en Hispanoamérica Julio Cortázar y Jorge Luis Borges.

En el realismo mágico encontramos precisamente lo real presentado como maravilloso, o bien lo maravilloso presentado como real. Los sucesos más fantásticos no se presentan, como sucedería en el cuento fantástico tradicional, como algo que asombra tanto a personajes como a lectores, sino como parte de la realidad cotidiana. Asimismo también lo real, lo cotidiano, el paseo por la calle, la reunión de amigos o simplemente ponerse un jersey, pueden tornarse en algo fantástico y maravilloso en la narrativa hispanoamericana. Ambas vertientes de la unión de realidad y fantasía se mezclan en las novelas que en torno a los años cuarenta comienzan a escribirse en América. También estas novelas tienen una preocupación estilística importante y la técnica narrativa se renueva con el uso de formas nuevas de narrar, uso de innovaciones que ya se venían usando también en Europa, como por ejemplo en el Ulises de Joyce. Por tanto la nueva narrativa Hispanoamérica se caracteriza por la innovación estilística y el deseo de desentrañar la peculiaridad americana desde la síntesis de la realidad y la fantasía. Asimismo aparecen nuevos temas, la temática tradicional se ve reforzada no sólo por un nuevo tratamiento sino también por la inclusión de nuevos elementos. Sin abandonar temas propios de la novela realista anterior, como la naturaleza, el mundo indígena, o los problemas políticos, se da cabida al mundo urbano con mayor amplitud que antes, y se da también paso a la reflexión sobre problemas humanos y existenciales. El mundo de las vanguardias europeas, y especialmente el psicoanálisis y el mundo de los sueños influyen también en esta narrativa.

Es en los años cuarenta cuando surge esta nueva narrativa de la mano de escritores como Miguel Angel Asturias, Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges o Juan Rulfo. Sin embargo esta renovación narrativa emprendida en los años cuarenta no tendrá su consolidación hasta los años 60 cuando una nueva generación de escritores dé lugar al llamado boom hispanoamericano. Se trata de autores como Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez, que con el éxito editorial alcanzado en Europa hacen volver la vista a los narradores de décadas anteriores que ya habían iniciado esa renovación que los nuevos autores consagran.

Ya durante el descubrimiento de América, ésta había sido vista por los españoles desde una perspectiva de ficción. Ante la inconmensurable naturaleza americana y la increíble diferencia con el mundo de los conquistadores éstos no pudieron hacer otra cosa que echar mano de su acervo de conocimiento literario, dado que no tenían una realidad con la que compararla, y relacionaron el mundo americano con el descrito en los libros de caballerías, obra de ficción medieval en la que lo maravilloso, lo fantástico y lo claramente increíble se daban cita con total naturalidad. La ficción se hacía realidad en el mundo americano para los conquistadores y éstos ponían nombre a la geografía, a los habitantes y situaciones americanas con el nombre del mundo imaginario de los novelistas europeos. El realismo mágico del siglo XX es en cierta medida el regreso a aquel momento, sólo que ahora se devuelve a los europeos el mundo americano en forma de realidad desde lo fantástico. Los autores americanos mezclan lo mágico y lo cotidiano y dan cuenta de la peculiaridad americana desde una ficción depurada estilísticamente, manejada con técnicas renovadoras como los juegos temporales, la combinación de personas narrativas, el contrapunto, etc. El mismo lenguaje es también enriquecido con los términos de uso americano y el mundo europeo se ve invadido por americanismos como garúa, pollera, vereda, china, etc. El mundo americano vuelve a hacerse mágico para el hombre europeo, como había sucedido con el descubrimiento.

Pero insistimos en que la mezcla de fantasía y realidad surge de una línea directa nacida también en Europa de la mano de narradores como Kafka que pretenden reflejar lo absurdo de la sociedad humana a través de lo fantástico hecho cotidianidad, precisamente como forma de reflejar el absurdo de la existencia. Es en esa línea donde hay que entender el mundo del realismo mágico si bien mezclado con la indubitable diferenciación del mundo americano con respecto al europeo, tanto por su mezcla social como por su variada naturaleza y su complejidad política. Si lo fantástico moderno se pone en Europa al servicio por ejemplo de un pensamiento filosófico existencialista en América lo hace también como identificador de una realidad peculiar, sin descuidar tampoco ni la denuncia social que siguen manteniendo obras del boom que reflejan la injusticia social, y especialmente con relación al mundo indigenista, ni tampoco la problemática de la existencia humana, con cuestionamientos filosóficos y existenciales. Pensemos por ejemplo en la obra de Borges nacida con una amplia vocación filosófica, o la obra de Vargas Llosa imbuida a menudo en la reflexión sobre la desigualdad social y el mundo del indígena, en obras como El hablador, o La guerra del fin del mundo.

La presencia de lo maravilloso en esta narrativa viene desde muy distintos lugares, así desde la presencia de los propios mitos americanos, como sucede en la obra de Miguel ángel Asturias o en la de Alejo Carpentier, hasta la aparición del mundo del subconsciente como sucede en algunos cuentos de Cortázar, o la presencia de las inquietudes existenciales de la humanidad en Borges, pero es principalmente esa presencia del pensamiento mítico del pueblo americano, que surge en esta narrativa para convertirse en vivencia real, lo que constituye el núcleo central de lo que venimos denominado realismo mágico. Los sucesos de obras como las de Márquez responden precisamente a la corporeización de los mitos americanos. Se busca ahora la identidad americana precisamente a través de la mitología propia, del folklore, y la mezcla de esa otra realidad que es el subconsciente colectivo con la realidad cotidiana o histórica de los habitantes de América es lo que da lugar a lo real maravilloso, al realismo mágico, al reflejo literario de la peculiaridad americana tanto en sus gentes como en su naturaleza, en su pensamiento, en su pasado y en sus relaciones sociales y políticas. En este sentido el realismo mágico viene a ser como una nueva mitología griega, un intento de plasmar el pensamiento americano a través de sus mitos, de sus leyendas. No es casualidad que muchos de los cultivadores de esta nueva literatura sean folkloristas como Miguel Angel Asturias, o se interesen por manifestaciones artísticas populares como sucede con Carpentier y su investigación sobre la música cubana. La narrativa hispanoamerica comienza a construir una nueva mitología, reflejo de lo cual son la creación de personajes míticos cuya historia encontramos a lo largo de diferentes obras, como sucede con el coronel Buendía, y también la aparición de territorios míticos como la propia Macondo de García Márquez y más aún la Comala, auténtico Hades mejicano, de Juan Rulfo a la que Juan Aparicio, como un nuevo Orfeo va en busca, no de su amada, sino de su pasado, el propio pero también el de Méjico, encarnado en la figura de su padre.

El boom de la narrativa Hispanoamérica y el realismo mágico no pueden identificarse plenamente. El realismo mágico nace en los años cuarenta de la mano de autores que no participaron plenamente del boom de los años 60 o que aunque se beneficiaron de él, no fueron sus cabezas visibles y por tanto no suelen identificarse por el lector normal con aquel fenómeno de los años sesenta. Igualmente algunos autores del boom no participan plenamente de las características propias del realismo mágico. Por tanto habría que distinguir tanto realismo mágico y boom: mientras el primero hace referencia a una estética, el segundo es un acontecimiento editorial que consistió en el reconocimiento de la narrativa latinoamericana a nivel mundial (lo que redundó en un éxito de ventas) y el redescubrimiento de una generación de narradores por el público europeo. Sin duda el boom, más que a una estética común o una temática propia o siquiera la designación de una generación, hace referencia a un fenómeno por el que los narradores hispanoamericanos se hicieron con el sitio que merecían en el panorama literario universal y consiguieron recuperar para los lectores la prosa de sus antecesores que, sin duda, son los auténticos padres del llamado realismo mágico.

Sobre el Realismo Mágico

Introducción


“Latinoamérica es sinónimo de grandes escritores”, y a través de este trabajo quiero demostrar la afirmación anterior. Por que considero que basandome en tan solo cuatro escritores y tres escuelas literarias, con certeza podré mostrar la dedicación y el entusiasmo de nuestra creación literaria.

Latinoamérica en general es rica con su diversidad cultural, pues es una mezcla de la cultura indígena, europea y africana, que han dejado sus huellas y las seguirán dejando en las generaciones venideras.

Aunque generalmente nosotros nos vemos influenciados en todos los aspectos por Europa, Asia y Norteamérica, eso no nos ha quitado la oportunidad de crear y modificar estas tendencias dándoles nuestro toque latino, permitiendo que se desborde nuestra imaginación, por esto la literatura latinoamericana es nueva, original y no a perdido sus raíces, esta es la razón por la cual la debemos mostrara con orgullo al mundo entero.


1. Realismo mágico

Por definición los críticos literarios han utilizado la expresión "Mágico" para designar una tendencia en la novelística del siglo XX. Esta se caracteriza por la inclusión y el respeto a los mitos dentro de un contexto realista. No pocos estudiosos incluyen elementos sobrenaturales, míticos y de la creencia popular. No se trata de "presentar la magia como que fuera real" sino de presentar "la realidad como si fuera mágica". Es una focalización de lo sobrenatural.
El Realismo mágico es un género de ficción plantado principalmente por los novelistas iberoamericanos durante la segunda mitad del siglo XX. El realismo mágico, como gran parte de la literatura de la segunda mitad de siglo, es esencialmente moderado. Nos muestra la realidad narrativa con elementos fantásticos y fabulosos, no tanto para reconciliarlos como para exagerar su aparente contrariedad. El reto que esto supone para la noción común de la "realidad" lleva implícito un cuestionamiento de la "verdad" que a su vez puede socavar de manera deliberada el texto y las palabras, y en ocasiones la autoridad de la propia novela.
Estas tendencias se encuentran ya presentes en primeros novelistas, seminovelistas y antinovelistas como François Rabelais y Laurence Sterne; otros precedentes más inmediatos pueden ser las novelas de Vladimir Nabokov “Pálido fuego” y “El tambor de hojalata” de Günter Grass. Pero el realismo mágico floreció con esplendor en la literatura latinoamericana de 1960 y 1970, en un momento en que el esplendor de las dictaduras políticas convirtió la palabra en una herramienta infinitamente preciada y manipulable. Al margen del propio Carpentier, que cultivó el realismo mágico en novelas como “Los pasos perdidos”, los principales autores del género son Miguel Ángel Asturias, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y sobre todo, Gabriel García Márquez, con sus novelas “Cien años de soledad”, “El otoño del patriarca” y “Crónica de una muerte anunciada” las cuales siguen siendo las cumbres de este género.
Fuera del continente americano el realismo mágico ha influido notablemente en la obra del italiano Italo Calvino y del checo Milan Kundera. La tradición inglesa ha tardado más en asimilar el impacto del género, y sin duda no es casual que se deje sentir con mayor intensidad en las novelas de Salman Rushdie “Hijos de la medianoche” y “Los versos satánicos”.



2. Real Maravilloso

"¿Qué es la historia de América Latina sino una crónica de lo maravilloso en lo real?"... Fue la gran pregunta del novelista cubano Alejo Carpentier en el prólogo a su novela “El reino de este mundo”, publicada en 1949, convirtiéndose en el padre de lo real maravilloso.
Lo Real Maravilloso es uno de los mayores aportes de Latinoamérica a la literatura universal. Fue el escritor cubano Alejo Carpentier quien intentó definir esta corriente, cuyo postulado esencial se basa en el propósito de resaltar el elemento extraordinario de nuestra cultura. Aquellos hechos que escapan a lo estrictamente racional y se instalan en nuestro quehacer cotidiano, haciendo natural lo que para otras culturas sería mágico, sobrenatural o sencillamente inverosímil.
En lo que respecta a los cuentos, el mayor elogio que podemos hacerle a su obra, es el reconocimiento a su capacidad de construir un espacio propio, un mundo mítico en el cual ocurre aquello que hace de ella, ese lugar mágico en el que se funden lo real y lo maravilloso para, precisamente como ocurre en "La luz es como el agua", dejarnos llevar por la magia de su narrativa e internarnos en ese mar infinito de calidad y talento, que caracterizan a lo mejor de su producción literaria.
Lo Real maravilloso es un movimiento latinoamericano que muestra nuestra cultura y las creencias de los pueblos originarios que se unen para dar un contexto muy original e irreal a los ojos de otras culturas.

3. Diferencia entre lo Real maravilloso y Realismo mágico

El problema conceptual sobre la diferencia entre el “Realismo Mágico” y lo “Real Maravilloso” ya dura más de treinta años. En los últimas décadas del siglo pasado se incrustó en la literatura otro término que vino a complicar la polémica, el “Realismo Fantástico”.

El realismo mágico es una tendencia internacional que surge hacia 1918 y que se da tanto en la pintura como en la literatura. Los rasgos que le atribuyó Franz Roh en su libro de 1925 sobre las diferencias entre el expresionismo y el postexpresionismo (realismo mágico) en la pintura también se pueden aplicar a la literatura. Aunque la primera manifestación del realismo mágico en un cuento de ocurrió en 1920 con “El hombre muerto” de Horacio Quiroga, la tendencia llegó a su auge unas décadas después con ciertos cuentos de Borges y con Cien años de soledad de García Márquez. En el realismo mágico se plasma un mundo totalmente realista, en el cual de repente sucede algo inverosímil, como en el cuento de Quiroga, cuando un colono acostumbrado a luchar contra la naturaleza se cae sobre su machete cruzando la cerca de alambre de púa. El detalle mágico realista es que mientras agoniza, no siente absolutamente nada de dolor y no se ve ni una gota de sangre y la naturaleza queda totalmente tranquila, impasiva.
En cambio, lo real maravilloso no es una tendencia internacional ni tiene límites cronológicos. Proviene de las raíces culturales de ciertas zonas de la América Latina, raíces indígenas y africanas que pueden manifestarse tanto en la literatura colonial como en las novelas de Alejo Carpentier y de Miguel Ángel Asturias. Mientras el realismo mágico se distingue por su prosa clara, precisa y a veces estereoscópica, la de lo real maravilloso luce un barroquismo o sea una prosa superadornada. Para el autor mágico realista, el mundo es un laberinto donde las cosas más inesperadas, más inverosímiles pueden ocurrir del modo más antidramático. Para los que practican lo real maravilloso, sus personajes indígenas o negros de Guatemala, Cuba o el Brasil creen en los aspectos mitológicos o espirituales de su cultura.

Características del género:

* Tiempo: acciones cronológicas, regresiones, adelantos, detenciones indefinidas e invertido.
* Espacio: dinámico, mínimo, vital, retrospectivo.
* Temática: búsqueda e identidad Latinoamericana, en contraposición con la europea.
* Personajes: se mueven en el hoy, cambian de espacio y tiempo a través de sus pensamientos.


Conclusión

Para concluir quiero decir que la novela latinoamericana a sufrido muchos cambios a través de la historia pues la variedad de sucesos culturales, sociales, económicos y políticos han tenido repercusiones sobre esta.

Gracias a la innovación y originalidad de nuestros escritores, nuestra literatura ha podido ingresar al reconocimiento universal y de esta manera hemos logrado que se conozca nuestra riqueza literaria.